febrero 23, 2015

El Consejo de Iglesias de Cuba: escribas y fariseos encargados de dirigir el evangelismo oficial.

Capdevila, La Habana, (PD) Las negociaciones que de manera secreta sostuvieron durante 18 meses los gobiernos de los Estados Unidos y Cuba en Canadá, bajo los auspicios de su Santidad el Papa Francisco, posibilitaron que los presidentes Barak Obama y Raúl Castro conversaran por espacio de 40 minutos y acordaran iniciar el proceso de normalización de las relaciones diplomáticas entre los dos países. Además, acordaron liberar por razones humanitarias al contratista norteamericano Alan Gross, quien purgaba una condena de 15 años, así como el canje de un espía cubano, oficial de la Dirección de Inteligencia, que brindó información sensible al gobierno de los EE.UU, por los tres espías de la desarticulada Red Avispa que cumplían condenas en cárceles norteamericanas.
Paralelo a este canje de espías, Washington le entregó a La Habana una lista de 53 presos políticos cubanos cuya liberación era de interés de la parte norteamericana. El gobierno cubano la aceptó, pero la excarcelación de estos luchadores por la democracia no se hizo de acuerdo a las normas del derecho penal, sino que se aplicaron procedimientos como la “libertad condicional” y la “licencia extrapenal”, por lo que en la práctica continúan presos.
Así, el gobierno cubano no honró su compromiso.

La prensa oficial recibió órdenes precisas del Departamento Ideológico del Partido Comunista para que no hiciera la mínima alusión al caso del espía cubano preso en cárceles cubanas, de Alan Gross, y mucho menos de los 53 presos políticos cubanos que fueron liberados.
Para la dictadura, los presos políticos son “no personas”, no rezan en el escenario nacional. Las pocas veces que se refieren a ellos, los tildan de “apátridas, mercenarios y contrarrevolucionarios, cuyas actividades son alentadas y financiadas por el gobierno norteamericano”.
Por iniciativa de Joel Ortega Dopico, presidente del Consejo de Iglesias, el 8 de febrero, celebraron en la Iglesia Anglicana, ubicada en 6 y 13, en el Vedado, un culto de acción de gracias a Dios por el regreso a Cuba de los tres espías.
En el trabajo titulado “Consejo de Iglesias de Cuba ratifica compromiso por la paz”, aparecido en el periódico Granma, la periodista Amaya Saborit Alfonso expresa algo que no es cierto cuando afirma que el Consejo de Iglesias de Cuba es “la institución líder del movimiento ecuménico cubano”.
El término “oikoumenikos” significa “lugar o tierra poblada como un todo”. Si nos ajustamos a ese significado, el Consejo de Iglesias es todo lo contrario. De las 500 iglesias protestantes que funcionan en Cuba, solo 56 forman parte del Consejo de Iglesias. La oficialista institución evangélica cubana no mantiene vínculo alguno con la iglesia católica y mucho menos con los cultos sincréticos afrocubanos, de los cuales el gobierno solo reconoce a la la oficialista Asociación Yoruba.
Por tanto, resulta una burla hablar de ecumenismo en relación con el Consejo de Iglesias, que es una sucursal de la Oficina para la Atención a los Asuntos Religiosos del Partido Comunista, que dirige la materialista Caridad Diego.
En el culto dedicado a la paz y al regreso de los cinco espías, el fariseo Dopico, en el devocional, se atrevió a plantear que los cinco agentes de la Inteligencia “han sido profetas e inspiración de cada iglesia, que han regresado para comprometerse con la iglesia como hermano de fe”.
Escribas y fariseos disfrazados con el manto de la fe cristiana se prestan al vergonzoso juego que le impone la dictadura militar de ignorar a los cientos de presos políticos que languidecen en las ergástulas del terrible sistema penitenciario cubano.
Gracias a las gestiones del gobierno norteamericanos, 53 de esos presos políticos fueron recientemente liberados, pero dicha realidad, para el Consejo de Iglesias, que solo se interesa por los agentes de la Red Avispa, esto nunca ha existido. Tal es su impiedad que callan cobardemente ante las calumnias de los medios oficiales contra estos luchadores prodemocráticos.
En el Evangelio de Mateo, en el versículo 23:2, dice: “En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos”. En el Consejo de Iglesias de Cuba ocurre lo mismo: escribas y fariseos son los encargados de dirigir el evangelismo oficial.
La celebración del culto dedicado a los 5 agentes de la Inteligencia Cubana fue ordenado por Caridad Diego, que es en definitiva quien dirige el Consejo de Iglesias.
En dicha eucaristía, como era de esperar, estuvo ausente la justicia, la misericordia y la fe para todos aquellos que amen de corazón a Jesucristo y a Dios, como se señala en Marcos 23:25.
Al resaltar como profetas a cinco pistoleros entrenados y dirigidos por el Ministerio del Interior y seguir insistiendo en la ”injusticia cometida” contra ellos por el sistema judicial norteamericano, el Consejo de Iglesias ha intentado lavar la sucia imagen del régimen, y dado la espalda a las injusticias, atropellos y abusos que a diario comete contra el pueblo cubano.

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